Poemas de la tarima del muro
Foto de Begi gorriak
El día 16 de septiembre, cuando arrancamos festivamente, tuvimos la oportunidad de escuchar a una serie de poetas que nos recitaron escritos que hicieron como una propuesta reflexiva sobre el muro. Cada persona a su manera, nos fueron contando sus sentires. Aquí están no todos los que son, pero sí los que pueden estar en este momento.
Agradecimiento profundo a todas las personas que estuvieron y a las que les hubiera gustado estar.
Poesiarekin gehio gara!
Escucho la niebla
que cimenta
la alambrada.
El sueño profundo...
de ambos lados
quiere guarecer
los cuerpos ya vencidos.
Vivir es un presente,
un halago a la libertad,
un guiño a la esperanza.
El día 16 de septiembre, cuando arrancamos festivamente, tuvimos la oportunidad de escuchar a una serie de poetas que nos recitaron escritos que hicieron como una propuesta reflexiva sobre el muro. Cada persona a su manera, nos fueron contando sus sentires. Aquí están no todos los que son, pero sí los que pueden estar en este momento.
Agradecimiento profundo a todas las personas que estuvieron y a las que les hubiera gustado estar.
Poesiarekin gehio gara!
MURO NUESTRO
Sostienes la ciudad,
a tu espalda
ella discurre hacia
el río,
la contienes, la
abrazas.
Los días cotidianos
son sagrados.
Entre pasos de niños
y ancianas,
son tan nuestros…
Cuando la luz
declina, comienza la danza,
y los adolescentes
encuentran recovecos
en los que prender
sus besos contra el muro
ruboroso: pechos
turgentes, manos que arden,
recorriendo la piel de
las geografías humanas.
Muro nuestro,
sostiene sueños y temores
de madre primeriza.
Observa el transcurrir
de los pasos lentos
de los viejos y la lealtad
de los perros que
sacan a sus amos a pasear.
Bancales de ciudad le
preceden de promesas
y retos cotidianos
para sostener amplios sueños.
Silente observa el
tiempo en sus paredes.
Hojas y flores
mecidas por el viento a ras
de cemento en la
arboleda y un discurrir
hacia el verde y sus
caudalosas aguas.
Sostienes a la ciudad
que se desliza hacia el río,
como bancales de
promesas, urbe en quietud
en tu espalda amorosa
la abrazas, la contienes.
Muro observador de
generaciones Sanjuaneras
en tránsito,
corazones rebosantes de temores,
rebeldía y explosión
de vida.
Bancales de ciudad le
preceden, ante
los pasos inciertos
de una madre primeriza,
y los que danzan al
son de ritmos ancestrales.
El muro sostiene el
sueño, contiene el tiempo
en sus paredes y los
árboles mecen los vientos
a ras de cemento, los
pájaros susurran melodías
y siempre a tiempo,
en su momento, acude
inevitablemente,
junto a mi ventana,
la floración del
rosal.
Teresa Ramos
no hay verjas no hay normas,
ni alambradas no las veo,
digo mientras sangro al cruzarlas.
Alicia Jauregi Sora
MORADA
Agostos de casi cien años
han desconchado su fachada.
Dentro:
calor,
intimidad,
sombra protectora,
el brillo de la luna
enjaulada en la ventana
y el silencio en mi soledad
que quiebra el crepitar de las brasas . . .
Noche de agosto,
luna plateada:
No te vayas de mi lado,
pasa esta noche en mi casa,
ya te irás de madrugada
que sé cuanto te asusta
la luz del alba.
Luna, cuando tú te vayas
se quedarán en mi casa
la soledad, el silencio
y el crepitar de las brasas.
Daniel Otegui
MARIPOSAS
Escucho la niebla
que cimenta
la alambrada.
El sueño profundo...
de ambos lados
quiere guarecer
los cuerpos ya vencidos.
¡¡Más no!!
Los cuerpos se
levantan
y un reguero de lucha
escala hacia el cielo
con manos anhelantes.
Huye la niebla
mientras el muro
cae en pedazos.
Mariposas y soles
pintan una nueva historia
y la primera luz
se aferra a la vida.
y un reguero de lucha
escala hacia el cielo
con manos anhelantes.
Huye la niebla
mientras el muro
cae en pedazos.
Mariposas y soles
pintan una nueva historia
y la primera luz
se aferra a la vida.
Vivir es un presente,
un halago a la libertad,
un guiño a la esperanza.
Rebeca Elizalde
El muro
tan desposeído
de agua cisnes música
alguna vibración
anclada en sus
cimientos
tan sin prodigios
-ni una rúbrica
dejó el amor
en su desnudez-
tanto silencio
el muro clama voces
una luz que apuntale
claridad
o lucha o
reconciliación
una protesta
la escritura de un
sueño
para decir
algo más que vacío.
Isabel Hualde.
ATARDECER EN OTOÑO
Cae la tarde silbando
el viento.
En el banco, un libro
que se cierra,
y las hojas del viejo
árbol,
vestidas de marrón, naranja
y ocre
danzan con un compás
desacompasado,
susurrándole
misterios al sol.
Grandes abanicos
rompen las nubes
batiendo el aire.
¡Aires de libertad!
¡Volar!
¡El águila extiende
sus alas!
Brazos en cruz
y melena despeinada.
Desenfrenadas katiuskas
rojas,
buscan charcos
en los que
bautizarse; y
la última claridad
del día,
va fugándose entre
los tejados,
regalando mil matices
de color
en el eterno ocaso.
Ante la marquesina,
viajeros esperan
la llegada del
autobús;
solo uno
atrapa la huida del sol.
Arantxa Mendizabal
Gigante
Llevo mil años aquí
sin que nadie me
preste atención.
Arrinconado
porque tan torpe y
feo, tan grande enorme,
todo yo cemento
triste triste
mi cemento gris.
Trabajo duro -
siempre de guardia-:
sostengo la calle,
guardo el espacio
para amparo de los
árboles, la hierba,
lugar de encuentro -
parejas, familias,
amigos en partidos,
tertulias, bailes;
solitarios-, cobijo
de impacientes
amantes clandestinos.
Todo el mundo es
bienvenido aquí
y yo velo por ellos.
Algo está pasando
hace unos días.
Viene gente y me
pinta y me escribe,
y me dibuja. Y más y
más gente.
Se paran a mirarme.
Hablan de mí
y me llaman
nuestro:
mirad nuestro hermoso
muro,
feliz su cemento de
colores,
libro y cuadro
gigante,
mirad nuestro gigante
bueno.
Invisible
mil años
aquí
y ahora todos
acuden a mirarme.
Hablo, beso; mi
cemento brilla,
y baila y juega; ágil
y fuerte,
risueño el gigante.
Soy
el centro del
barrio.
Todo el mundo es
bienvenido,
ellos
cuidan de mí
y yo
cuido de ellos.
Isabel Rivas Etxaniz
PINTANDO UN POEMA
Dibuja en soledad
palabras.
Perfila con cuidado
el aroma del jazmín
en las noches de
estío,
y de blanco hilvana
la muda caricia de la
nieve
sobre el paisaje.
Deja tonalidades
silenciosas
descansando
entre las flores,
y de naranja tiñe
el áspero crujido de hojas secas
bajo nuestros pasos.
Este hombre, árbol al
viento,
lleva siempre en sus pupilas
reflejada la BELLEZA.
Cristina Liso
Noviembre 2o16
HAIKUS-Árboles del paseo
Mirando al muro
como fieles guardianes,
los álamos blancos.
Cristal y acero
como un álamo blanco
salvando el muro.
Cuelgan del muro
los plátanos de sombra.
Vida en la piedra.
Atardecer.
Dulce aroma de tilos
que esparce el viento.
Nadie en los bancos.
Los álamos y el muro
solos. Se miran.
Inma Biurrun
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